Las características biofísicas de la piel como la elasticidad, hidratación, eritema, contenido de melanina y de sebo dependen de factores genéticos y ambientales. La piel es un órgano propenso a ser dañado constantemente por agentes externos físicos (objetos punzo cortantes), químicos (agentes corrosivos, ácidos) y/o biológicos (microorganismos). Cuando la piel es dañada, eventos celulares y moleculares son desencadenados con la finalidad de reparar el área de la piel afectada, durante este proceso de reparación las características biofísicas de la piel se modifican. También estas características cambian durante el proceso natural de envejecimiento, por el uso de productos tópicos (jabones, cremas, cosméticos, alcohol-gel) y/o durante enfermedades que afectan la piel (dermatitis, ictiosis). La medición cuantitativa de estas propiedades con sensores no invasivos se utiliza con frecuencia para evaluar el resultado o el efecto de tratamientos quirúrgicos, dermatológicos y/o cosméticos. Las características biofísicas de la piel como la elasticidad, hidratación, eritema, contenido de melanina y de sebo dependen de factores genéticos y ambientales. La piel es un órgano propenso a ser dañado constantemente por agentes externos físicos (objetos punzo cortantes), químicos (agentes corrosivos, ácidos) y/o biológicos (microorganismos). Cuando la piel es dañada, eventos celulares y moleculares son desencadenados con la finalidad de reparar el área de la piel afectada, durante este proceso de reparación las características biofísicas de la piel se modifican. También estas características cambian durante el proceso natural de envejecimiento, por el uso de productos tópicos (jabones, cremas, cosméticos, alcohol-gel) y/o durante enfermedades que afectan la piel (dermatitis, ictiosis). La medición cuantitativa de estas propiedades con sensores no invasivos se utiliza con frecuencia para evaluar el resultado o el efecto de tratamientos quirúrgicos, dermatológicos y/o cosméticos.